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Pero cuando llegó el momento oportuno, Dios nos mandó a su hijo, que nació de una mujer y vivió bajo la ley. Así lo hizo Dios para poder comprar nuestra libertad de la ley y adoptarnos como sus hijos. Ustedes son hijos de Dios; y por lo tanto, él puso el Espíritu de su Hijo en nosotros, y ese Espíritu grita: «¡Querido padre!»[a]

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Footnotes

  1. 4:6 «¡Querido padre!» Textualmente ¡Abba!, una palabra en idioma arameo. Los niños llamaban Abba a su padre.